Jueves 9 de Septiembre de 2021
Desde que inauguramos la librería, todos y cada uno de los días que esta puerta está abierta al público, suceden un montón de cosas maravillosas dignas de contar. Desde el principio tuve la necesidad de compartirlas, de crear el anecdotario de la librería, para no olvidarlas. No han faltado motivos para ponerme manos a la obra, pero lo de esta semana es especialmente emotivo para mí y por fin he decidido iniciar esta sección en el blog.
La mañana estaba especialmente animada en la librería, algo normal tratándose de un mes como Septiembre en el que todo el mundo vuelve a la ciudad con ganas de hacer mil cosas. Faltan sólo dos días para que empiece la Feria del Libro de Madrid, que después de 2 años sin poder celebrarse, vuelve a abrir sus puertas, y la ciudad se llena de amantes de los libros. Editores, escritores y distribuidores vienen a conocernos aprovechando que están en la ciudad, así que la librería está más llena que de costumbre.
Como cada mañana a las 13h. el Sr. Mir se despide de mí amablemente con una sonrisa y me dice «Hasta mañana«… Es un hombre de hábitos que a sus 94 años mantiene a rajatabla la hora de comida.
Pocos minutos después hablaba sobre él con una persona que visitaba por primera vez la librería. El Sr. Mir y yo habíamos estado charlando sobre montar una pequeña estantería con libro «de viejo» dentro de la librería, y estábamos midiendo y dibujando sus dimensiones en un papel, eso nos entretiene y nos divierte a ambos. Bajé el tono de voz, en un momento dado, para no molestar a la clienta que miraba libros cerca de nosotros, con lo que sin mediar palabra el Sr. Mir entendió que no estábamos solos. Su silla siempre está enfrente de mi mesa, de espaldas al fondo de la librería, y no se había dado cuenta de que había una persona dentro. Después de irse el Sr. Mir, le comenté a la clienta si le había molestado nuestra conversación en voz alta, y ella me dijo que todo lo contrario, le había encantado escuchar un diálogo entre libreros. Mientras charlábamos del Sr. Mir, que merece un post especial en esta sección (aunque es Sr.Mir, no es una anécdota de la librería, ya es parte de ella), entraron dos chicas jóvenes que tras saludar estuvieron viendo nuestra selección mientras intercambiaban comentarios sobre los libros.
Desde que la vi entrar me pareció que era ella, esa mirada y esas gafas tan personales la delataban aunque llevase puesta la mascarilla. Intuí que no era la única en darse cuenta, porque la persona con la que estaba hablando en la puerta no se despidió sino que dijo que iba a darse otra vuelta por la librería. Cogió un libro y se sentó al fondo, en la mesa que hay junto a la puerta… y allí permaneció viendo todo lo que sucedió a continuación.
Cuando Isabel Coixet terminó de recorrer la librería puso su selección de libros sobre la mesa. La miré a los ojos y no pude más que decirle «¿eres Isabel Verdad?», a lo que respondió, «sí.. soy Isabel«.
No es la primera vez que una persona muy conocida visita nuestra librería, ni una sola vez me he dirigido a ellas como si las conociera. Vienen de forma anónima y yo realmente no las conozco, así que ni se me pasa por la cabeza hablarles con familiaridad ni mucho menos pedirles una foto. Francamente me da cierta vergüenza decirle a alguien que se haga una foto conmigo, aunque a veces inmortalizar el momento merece la pena y lo hago.
Así que allí estaba, justo enfrente de mí, con sus libros sobre la mesa. Y no pude evitarlo, era el destino, le dije que su película La Librería, basada en la novela de Penelope Fitzgeradl, había sido uno de los detonantes que me empujó a abrir la librería, a lo que me contestó «espero que sea para bien«. Lo cierto es que la aventura de Florence Green y su librería en el pueblo británico de Suffolk, no sale como ella esperaba. La verdad es que la película ofrece una visión bastante realista de lo es ser emprendedora. ¡Cómo olvidar las imágenes de la bucólica librería de Florence! Estéticamente hablando es maravillosa esa librería. Pero esta no es la historia feliz de una librera, sino todo lo contrario, alguien que lucha contra viento y marea por su negocio y que se enfrenta a la mezquindad para defender su lugar.
No hablamos nada más sobre el tema, ¡pero me hubiese gustado decirle tantas cosas! El proceso de montar la librería está narrado de una forma tan inteligente que puedes ver desde dentro en qué consiste el trabajo de convertirse en librera, tan solo con ver esta película, pero para mí lo más importante es el final… Todo sale mal para Florence, pero queda su legado… Es cierto, en una librería nunca estarás sola… y para alguien como yo, este es un motivo más que suficiente para entregarse en cuerpo y alma, y amar con todas sus fuerzas la librería. Pero esto no se lo dije porque aquí empecé a notar mucho calor dentro de mí… me estaba emocionando y me puse nerviosa. No solo por su presencia, realmente fue un gesto maravilloso que viese a conocer la librería y a comprar libros, sino por las connotaciones que tiene para mí, por lo que representa como mujer y como cineasta a la que admiro enormemente.
El 19 de Septiembre del año 2020, Isabel Coixet recibió el Premio Nacional de Cinematografía y pronunció un discurso del que yo saqué mis propias conclusiones, porque más o menos siempre pasa lo mismo si eres una mujer que emprende algo laboralmente. En él hablaba del fracaso, de caer y volverse a levantar, de las críticas a tu trabajo, de la falta de apoyo y sobre todo de la constancia («voluntad inquebrantable y continuada en la determinación de hacer una cosa» dice la RAE).
Me dije a mí misma hace algún tiempo que nunca más volvería a emprender un negocio. Pero eso es lo que soy, emprendedora… Su discurso me ayudó a entenderlo en ese momento… Si ella se hubiese rendido nunca hubiésemos tenido sus memorables películas. Da igual las zancadillas y los obstáculos que te ponga la vida, tu tienes que hacer lo que tienes que hacer. Ser valiente y hacerlo, pase lo que pase… ¿Y si esta vez sale bien? Solo por eso vale la pena intentarlo…
Era un momento que se prestaba a un estado de ánimo diferente, veníamos de varios meses de confinamiento, de plantearnos qué es lo realmente importante en la vida, cuando el peligro de la enfermedad sobrevuela nuestro mundo conocido. Este reconocimiento a su labor y su discurso calaron hondo en mí…
La película se proyectó en el programa Versión Española de la 2 el 8 de Noviembre de ese mismo año. Yo la había visto en el cine cuando la estrenaron en 2017 con mi prima Carmen, y cuando salimos de la sesión me dijo, » Me recuerda a ti.. emprendedora, idealista y luchadora». Cuando me emociono, para disimular, suelo hacer un comentario gracioso… por no asumir la cargar emocional que para mí tenían sus palabras en ese momento. Y respondí: «Ya me gustaría a mí ser inglesa y encontrar un local tan bonito en un pueblo al borde del mar… ¿Vendrías a verme no?«. Y Carmen soltó una carcajada… Así rompimos la tensión y salimos del cine sonriendo, para no convertir el momento en un valle de lágrimas por mi parte.
Y regresando a la mañana del Jueves, 9 de Septiembre… Allí estaba yo, frente a ella, mientras todo esto bullía en mi cabeza y alteraba los latidos de mi corazón.
Como habitualmente mi mesa está llena de libros, un tanto despistada cogí el primero del montón y le dije «son 18,00€ por favor«, y ella me contestó «y los otros«…. «¿Los otros?» me dije interiormente. ¡Había puesto varios libros sobre la mesa y ni me había dado cuenta!
Intentaba aparentar normalidad pero evidentemente estaba nerviosa… ¡muy nerviosa! En ese momento el TPV, para el pago con tarjeta, se quedó sin batería. ¡Tierra trágame! ¡No puede ser! No podía tenerla allí esperando varios minutos cuando ya solo quedaba pagar sus libros… Pero ese día los hados estaban de mi lado y sobre la mesa tenía casualmente el libro La buena voluntad de Ingmar Bergman y ella, amablemente, se puso a hablar sobre él y pasé el trago de forma amena y relajada. Antes de despedirse también había escuchado mi conversación sobre el Sr. Mir y comentamos su historia y lo importante que es para mí que cruzase un día la puerta de esta librería. ¡Es como si la vida me regalase un padre o un abuelo librero!
Isabel me presentó a su acompañante, Laura Ferrero, una escritora a la que no conocía y con la que tuve el placer de charlar. Me causó tan buena impresión que sus libros tienen un espacio propio en la librería.

Para inmortalizar el momento me hice una foto con Laura Ferrero, y armándome de valor le pregunté después a Isabel si podía hacerme también una foto con ella, y me dijo que por supuesto. Comenté que sería para un recuerdo personal que no publicaría, a lo que ella respondió que nada de eso, que había que publicarla. Y yo sonreí…. Francamente no era necesario mostrar públicamente su visita, para mí era importante y eso me alimenta enormemente, pero este gesto le honra. Y aquí está la foto, parte ya de la historia de la librería, de la bonita historia de la librería que se crea entre todos los que la visitan. La hizo Laura y cuando se marcharon y pude verla a solas me encantó. En esta foto me reconozco, me encanta la expresión de mi cara, es lo que yo llamo un momento de felicidad auténtica… y ella está a mi lado, abrazándome. Ni más ni menos que Isabel Coixet…
Buenos días María,
Emocionante tu texto del encuentro con Isabel Coixet, estoy deseando volver a tu hermosa y cálida librería, como no está muy cerca de mi casa o del trabajo tengo que organizar un día para acercarme. Lo voy a proponer a las amigas con las que fuimos la primera vez.
Que sigas creciendo como librera y deleitándonos con tus escritos. Un gran abrazo, Clara.
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Hola Clara.
¡Cuánto me alegro de tener noticias tuyas! Espero que estéis todas bien.
Pues si os apetece el próximo viernes 1 de Octubre estarán 2 violinistas tocando en directo en la librería. Va a ser muy emotiva nuestra primera Noche de los Libros.
Muchas gracias por tu comentario y por tus bonitas palabras.
Un abrazo para todas, especialmente para ti.
María
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