Documental «Libreros de Nueva York»

Por pura casualidad encontré en Instagram la imagen que encabeza este artículo, la fachada de una librería en la que figuraba la inscripción «The Booksellers«Se trata de un documental de 2019 del director D. W. Young que se pensaba estrenar coincidiendo con la pasada Feria del Libro de 2020, pero que dadas las circunstancias, no había visto la luz en las pantallas de los cines hasta ahora, que se ha estrenado bajo el título «Libreros de Nueva York«. 

Un documental sobre librerías… no iba a perdérmelo por nada del mundo. Cinco minutos después estábamos comprando las entradas para la sesión de las 18:40. Para mi sorpresa acababan de estrenarlo hacía dos días, el 26 de Febrero, pero iba a estar en cartel solo hasta el día 4, apenas una semana. Una pena porque es un documental estupendo.

En él se muestra a numerosos libreros y coleccionistas de libros antiguos y de segunda mano. La vida y las pasiones de personas que se han dedicado a buscar esos tesoros únicos y que aglutinan numerosas y valiosas obras impresas en papel. Narran el placer de la experiencia, no tanto de poseer un objeto, como la de buscarlo durante años y finalmente encontrarlo.

Era evidente que también se abordaría el temor que sobrevuela sobre este sector desde hace años, tras la entrada en juego de Amazon en particular y del comercio electrónico en general, el de que desaparezca el oficio y el libro como objeto. Aunque posiblemente esta sea la intención del documental, la de dar voz al sector que ve mermar el número de librerías no solo en Nueva York, sino en todo el mundo, afortunadamente también tiene una lectura optimista y continuista, que hace que los amantes de los libros y de estos templos podamos tener la esperanza de que no sean lugares en extintos, que acaben desapareciendo como los videoclubs lo hicieron hace ya varias décadas. ¿Te acuerdas? 

Comienza mostrando la Feria del Libro antiguo de Nueva York, así como el negocio de las subastas de libros antiguos y la parte mercantilista del negocio. Los precios desorbitados que han llegado a pagarse por algunos ejemplares raros y difíciles de encontrar, (como los 30 millones de dólares que pagó Bill Gates por el Códice Hammer de Leonardo da Vinci), y la diferencia entre las subastas de arte y de libros. Básicamente los cuadros son obras únicas, y los libros, aunque a veces existen pocas unidades de las primeras ediciones, nunca lo son. Es su naturaleza. Los libros nacen para ser impresos y poder llegar a numeroso lectores.

Me encanta la reflexión de uno de los participantes que comenta que no puede abrir en su ordenador un archivo de hace 7 años, pero siempre podremos abrir un libro de hace cientos de años.

La pandemia ha puesto de manifiesto que este sector se ha mantenido muy bien durante la crisis sanitaria y que gracias al confinamiento hemos leído más y han aumentado las ventas de libros. Lo que me parece una estupenda noticia.

No se puede negar que los libreros, en los últimos tiempos, se están convirtiendo en una especie en extinción, pero algunos sobreviven y sirven de ejemplo e inspiración a posteriores generaciones como es el caso de la librería Argosy de Manhattan, abierta desde 1925 y regentada en la actualidad por las hijas del fundador. Confiesan que han sido capaces de mantenerse en el negocio porque su padre compró el edificio en el que se encuentran, de otro modo no habrían podido seguir adelante con la actividad. Bien es sabido que este es el principal motivo por el que muchas otras librerías se han visto obligadas a cerrar sus puertas. Pero su motivación para seguir con el negocio no es económica, lo hacen porque les encanta su oficio.

Es muy destacable que en el documental se hable del papel que han tenido las mujeres en este sector que en sus inicios era territorio exclusivo de los hombres. Nuevas generaciones de libreras hablan sobre su experiencia y de su visión sobre el futuro de la profesión. Y de entre todas destacaría especialmente la de la más joven, que se muestra optimista y que ante las quejas de que el sector está estancado y no evoluciona ella comenta que tiene muchas ideas al respecto. Quizá esa sea la solución, renovarse y no dormirse en los brazos de Morfeo mientras el peligro de extinción les acecha. Y hacerlo con ilusión y optimismo.

Especialmente inspiradora me ha resultado conocer la experiencia y motivación de Caroline Schimmel, coleccionista de obras literarias escritas por mujeres americanas ayudando a entender y a releer la historia de la literatura, que hasta la fecha había sido vista y escrita desde el prisma masculino. Además de libros colecciona objetos que aporta en las exposiciones que organiza sobre estas escritoras, y que ayudan a ilustrar mejor lo que quiere contar en ellas. Cuenta que al no tener hijos donará todo su legado a una universidad cuando decida no seguir con el negocio. 

Mi favorita de entre todas las intervenciones, la de la escritora estadounidense Fran Leibowitz, que hace gala de ese sentido del humor y perspicacia que le caracterizan, quien comenta que mientras los de 40 llevan sus ebooks en el metro, se ve a los jóvenes de 20 leer libros impresos en papel. 

Y no olvidéis su consejo, no dejes nunca un libro, nunca lo devuelven, ni siquiera aunque te lo haya pedido prestado el mismísimo David Bowie.

Este documental invita a reflexionar sobre la importancia del libro, no tanto como objeto, sino como lo que representa para la humanidad, como esa suma de historias, experiencias, saberes, ilusiones, ficciones, sueños, sentimientos…, que muestran como somos y que nos han ayudado a progresar como especie hacia un mundo aun imperfecto, pero cada vez mejor. 

Mi lectura personal es que mientras haya personas con inquietudes existenciales y filosóficas, gente curiosa, que se haga preguntas, que quiera saber más sobre los demás y sobre sí mismo, no desaparecerán los libros, porque pase el tiempo que pase hay muchas cosas que se repiten generación tras generación, y una de ellas es el placer de la lectura, como una experiencia personal, única y maravillosa para muchas personas de todas las edades y condiciones a lo largo y ancho de este mundo.

No creo que puedan desaparecer los libros como objeto porque son insustituibles. Tu libro es tuyo y también cuenta una historia sobre ti, donde y cuando lo encontraste, que te atrajo de él, cuánto te costó, qué te hizo decidir comprar este y no otro, si lo buscaste… Releerás tus anotaciones, marcas y dibujos sobre él, recordarás ese roce en la portada porque lo llevabas en el bolso y lo leías en el metro en ese momento de tu vida, o porque compartías con él tu tiempo de vacaciones en la playa, y aun sientes la arena entre tus dedos cuando lo coges. Solo abrirlo te transporta a ese momento y te trae muchos recuerdos.

Se puede saber mucho sobre alguien tan solo con poder acceder a su biblioteca. Es un legado de valor incalculable, es lo que arrastras de una casa a otra, y como dice alguien en el documental, algo que muy pocas personas se atreven a tirar a la basura. Algo realmente valioso, tus libros, parte de ti y de tu historia personal.

Así que vivan los libros, los libreros y las librerías, esos lugares sagrados que lucharemos por conservar y que siempre existirán.

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Por María Fernández

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