Lejos de resultarme difícil elegir un libro en una librería, suelo encontrar diferentes opciones de variadas temáticas que me apetece leer. El pasado domingo estuve en una librería y encontré uno de esos títulos que de un primer vistazo, sin leer la sinopsis o la contraportada, sabes que acabará en tu biblioteca.
¡Qué tentador encontrar un libro que habla de mi vicio secreto, los libros! Y justo en ese preciso momento en el que intentaba controlar mi irrefrenable deseo de llevarme varios de ellos.
Admiro a los lectores que saben de antemano que libro quieren comprar y van a buscarlo. Yo en contadas ocasiones voy a una librería buscando un título concreto. Prefiero dejarme sorprender y encuentro en muchas ocasiones auténticos tesoros.
Así que no pude evitar la tentación de empezar a leerlo allí mismo, porque esta librería tiene varios espacios en los que sentarse a tomar un café y leer junto a la ventana.
Ya en las primeras páginas encontré una afirmación que es una verdad incuestionable:
«¿Qué es la lectura, si no un intercambio de pensamientos entre escritor y lector?».
Edith Wharton
Que desarrollaba más adelante con la siguiente reflexión:
Los libros más trascendentales que se hayan escrito son valiosos para cada lector sólo por lo que dicho lector pueda extraer de ellos. Los mejores libros son aquellos de los que los mejores lectores han podido extraer la mayor cantidad de pensamiento de la más alta calidad.
Edith Wharton
Cuestiones que plantea en el libro ni más ni menos que Edith Wharton, la primera mujer nombrada Doctor honoris causa por la Universidad de Yale, quien recibió la Legión de Honor francesa y ganó el premio Pulitzer en 1921 con La edad de la inocencia.
No es la única autora conocida que traslada sus impresiones como lectora a las páginas de este libro. Roosevelt establece un paralelismo entre el gusto personal en cuanto a elegir las lecturas y el que tenemos con respecto a la comida. La lista de los que son los mejores libros para uno no siempre pueden serlo para otro.
… si a un hombre o una mujer le gustan los libros, como es natural buscará aquellas lecturas que la mente y el alma nos exigen.
El gusto personal e individual del lector debe ser el factor guía… A mi edad procuro leer los libros que disfruto a fondo.
Theodore Roosevelt
Tan sencillo y claro como esto, se trata de una cuestión de gustos. Y esto me recuerda una conversación con una amiga hace unos días, en la que me comentaba que yo era como su marido, una apasionada de los libros, y reflexionó en voz alta que nunca sabía que libro regalarle y que la próxima vez me pediría opinión. No dudé ni un segundo en responderle honestamente que eso no iba a ser posible, porque la lectura es un acto íntimo y jamás me atrevería a elegir ni una sola lectura para otro, porque lo que funciona para mi posiblemente no le guste a todo el mundo. Y pareció comprenderlo…

De los 6 autores que aparecen en este libro, Lewis Carroll es el que más me hizo pensar y del que más anotaciones guardé. Curiosamente también recurre al paralelismo con el acto de comer y lo titula «Alimentar el intelecto». En su texto habla de la «masticación«, dice que «el proceso mentalmente equivalente consiste simplemente en pensar sobre lo que leemos«. Y añade que:
Esto exige mucho mayor esfuerzo de la mente que la mera ingesta pasiva de los contenidos del autor. Cuanto mayor sea el esfuerzo, más valioso será su efecto.
Lewis Carroll
Y coincido con Carroll en que no es lo mismo comer por comer, sin pensar, que degustar y saborear cada bocado siendo consciente del momento y del deleite que nos proporciona. Y lo mismo con respecto al picoteo, que puede resultar una mala alimentación «mental», pasar de un libro a otro sin concentrarse en ninguno.
Pero además resume de un modo magistral lo que, como yo, muchos lectores empedernidos hacemos: Leer, anotar, asimilar y aprovechar. Y precisamente este artículo es una muestra de ello y, como modesta pero apasionada lectora que soy, no podía dejar de trasladar a estas páginas este consejo.
Si este escrito te ha aportado algunos consejos útiles sobre la importancia de la lectura, si he logrado hacerte ver que
LEER, ANOTAR, ASIMILAR y APROVECHAR
los buenos libros que caigan en tus manos no es tanto un deber como una conveniencia, entonces habré cumplido mi cometido.
Lewis Carroll
Y así se suceden uno tras otro los 6 capítulos que recoge este libro. Todos y cada uno de ellos me han hecho reflexionar sobre mí como lectora. Y viendo que muchas de las cosas que yo siento con la lectura son tan similares a las que aquí describen otras personas, con las que no coincido ni en formación, ni en gustos, ni en época, (todos los autores vivieron en el siglo XIX), no he podido más que emocionarme.
Me parece sorprendente que mis sentimientos, experiencias y reflexiones sean comunes a otros, lo que me hace sentir menos diferente.
Mirad que títulos tan maravillosos:
- De los libros y de cómo almacenarlos. Por W. E. Gladstone. Primer ministro de Inglaterra en 4 ocasiones y un gran coleccionista de libros.
- El vicio de la lectura. Edith Wharton. (Ha quien he mencionado en líneas anteriores).
- Libros para unas vacaciones al aire libre. Theodore Roosevelt. Rico historiador y vigésimo sexto presidente de Estados Unidos.
- Alimentar el Intelecto. De Lewis Carroll. Diácono, profesor, matemático, fotógrafo y autor de Alicia en el País de las Maravillas.
- De ladrones de libros, gorrones y demás especies. William Roberts. Importante impresor experto en subastas de arte.
- ¿Cómo debería leerse un libro? Por Virginia Wolf. Editora, escritora e intelectual defensora de los derechos de la mujer.
Y es con ella con Virginia Wolf con quien me gustaría terminar este artículo, quien habla de:
La independencia…, la cualidad más importante que puede ostentar todo lector.
Virginia Wolf
Me ha gustado sobre todo el enfoque de este libro publicado por Trama Editorial. Como comenta Íñigo García Ureta, (traductor y prologuista de la obra), con respecto a los autores:
…reunidos en estas páginas sólo son, por convicción y decisión propia, lectores. Como Jorge Luis Borges, están tan satisfechos con sus lecturas que dejan que el resto se enorgullezca por lo que ha escrito.
Indigo García Ureta

Una apología de la lectura, un lugar en el que reconocerse como lector, un punto de conexión entre escritores del pasado y lectores del presente. Una delicia en la que sumergirse para recordar, y no olvidar, que la lectura nos hace libres, y que sin fomentar un pensamiento crítico, acorde a nuestra personalidad, la vida sería mucho más monótona y aburrida. Porque en la diferencia de cada persona está la esencia de lo que nos une como humanidad.
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Texto e Imagen: María Fernández